viernes, 9 de marzo de 2012

Vacaciones Alpujarreñas.

Hace unos días, aprovechando las vacaciones de Semana Blanca, tuve la suerte de poder escaparme junto a mi mujer, durante 48 horas a la Alpujarra.
Exactamente estuvimos a la entrada de Berchules, en un Complejo Turístico Rural llamado "El Cercado" (tengo que aprovechar para dar las gracias a Gema y Mª José).

Lo cierto es que el marco era incomparable, en mitad de la sierra, en plena naturaleza, si acaso sólo faltaba algo más de nieve, pero esto no era culpa más que de nuestrocaprichoso clima.
Mientras nos encaminábamos a nuestro destino pensaba en las dificultades de acceso en este momento y por supuesto años antes, pensaba en la historia y cómo se le entregó a los moriscos durante la edad media y moderna. Definitivamente la pregunta de ¿quién puede vivir aquí todos los días?

Al llegar a nuestro destino tocamos a la puerta de recepción y, tras unos minutos nos recibió un señor que nos explicó de forma correcta cual era nuestro apartamento, más o menos cuales eran nuesras condiciones, y los servicios a nuestra disposición.

Tras dejar las maletas nos dirigimos a comer y entre el corto pero suficiente personal que encontramos se encontraba el mismo señor que nos recibió en la recepción. Ya empecé a pensar en ciertas películas en las que los camareros tenían pluriempleo dentro de restaurantes y hoteles.

Dentro de nuestra oferta incluíamos un par de horas en el Spa del complejo. Tras la comida y el descanso entramos en el Spa donde nos recibió el mismo señor, del cual empezaba a pensar que también sería el director e incluso algo más dentro de este coqueto hotel rural.

Tras la cena, donde por supuesto le pedimos al mismo señor, que también se encontraba en el restaurante,que nos pusiera una cena no demasiado fuerte, pues la dieta alpujarreña era bastante intensa, volvímos la recepción que se encontraba abierta sobre las nueve de la noche, y allí por fin descubrimos el nombre de nuestro camarero, recepcionista, responsable de Spa. Salvador. Nuestro hombre no dudó en ofrecerse para reservarnos un paseo a caballo para el dia anterior en Trevélez, indicándonos cortésmente como llegar hasta el pueblo vecino.Según nos dijo, no tenía problemas para llegar, siguiendo la carretera sino desviarnos.

Un rato antes de irnos a dormir, mientras veíamos la televisión, una de los fuegos para cocinar se encendió de forma accidental quemando el trapo de cocina que lo cubría. Ante tal situación y tras sofocar el conato de incendio llamamos rápidamente al teléfono de atención 24 horas que marcaba la documentación que encontramos en la habitación. Nos indicaron que vendrían en seguida y para sorpresa nuestran se presentó en nuestra habitación el hombre para todo, Salvador. Que a todas sus atribuciones dentro del complejo también hemos de sumar el mantenimiento y atención 24 horas. Aunque a las doce de la noche su rostro empezaba a mostrar casancio.

El segundo día fue algo diferente, nos levantamos para desayunar en el restaurante donde nuestro ya amigo Salvador nos puso un maravilloso desayuno con la ayuda de la cocinera, es decir no estaba sólo (pero me pregunto si sería su esposa). Nos pusimos en camino hacia Trevélez y a nuestro paso por el interior de Bérchules nos perdimos por ese camino tan fácil y empezamos a callejear. Decidimos que estábamos perdidos y que sería mejor preguntar al primer hombre que pasara. Se aproximó a nosotros un vehículo al cual le hicimos señas para que parara y para sorpresa nuestra su conductor era, como no, nuestro servicial Salvador. No salíamos de nuestro asombro.

Sabíamos que la población de estos pueblos no era comparable a  Málaga pero tras estos sucesos vemos que la población aún se reducía más.

Además tengo una reflexión, si nuestro ya conocido Salvador tiene tantos empleos ese puede ser el problema de la econnomía española, poca gente acumula muchos empleos.

La Alpujarra creo yo que apuesta por el pleno empleo, en época de crisises para tener en cuenta.


2 comentarios:

  1. Hola soy Salvador, un saludo.

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  2. Me alegra que la Alpujarra siga siendo un sitio inolvidable para pasar un fin de semana y que la gente comente sus aventuras en tan recóndito paraje.

    Por cierto he hablado con Salvador y me pidió que te preguntara qué coño hacías con el fuego de la cocina encendido a las 12 de la noche...

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